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AlimentaciónBuenos hábitos

MI NIÑO ES MAL COMEDOR

“Mi niño es mal comedor”, “Mi niño no me come”, “Me rechaza la verdura”, son sin duda frases que muchas veces os oigo decir cuando os pregunto “¿Qué tal va la alimentación?”

 

Muchos padres me describen el escenario a la hora de darles de comer, y varias veces, son situaciones realmente conflictivas, algunos estáis persiguiendo a vuestro hijo por toda la casa con la cuchara en la mano, otros le cantan, les montan un teatro, les sobornan con el postre, o terminan engañándoles para poder meterles una última cucharada más, que al final terminan vomitándola o terminando la hora de la comida, con gritos, peleas y llanto por ambas partes.

 

Muchos de vosotros llegáis a interpretar que este rechazo de comer por parte de los hijos, sea por llevaros la contraria o en actitud de venganza, cuando lo que sencillamente les pasa, es que no pueden comer más. Realmente estos niños comen poco (porque necesitan poco), y los padres llegan a estar realmente preocupados por pensar que se pueden llegar a enfermar, o agobiados porque familiares y amigos les miran fijamente y afirman: “Este niño tendría que comer más”

 

Creo que llegado a este punto, seguramente os habéis hecho estas preguntas:

“¿Realmente mi hijo come suficiente, o tendría que comer más?”

“¿Mi hijo es la víctima o el culpable de esta situación a la hora de comer?”

 

Pues bien, para responderos a estas preguntas, hablemos sobre el apetito.

 

El apetito en los niños varía a partir de su segundo año de vida, es muy variable, siendo lo más habitual que reduzca su cantidad.

Los bebés comen, en relación con su tamaño, mucho más que los adultos y alrededor del año, suelen disminuir de cantidad.

 

El motivo de este cambio, es debido a la disminución de la velocidad de crecimiento. En su primer año, los bebés engordan y crecen más rápido que en ninguna otra época de su vida extrauterina. Su peso al nacer se duplica a los 5 meses, se triplica al año y se cuadruplica a los dos años.

 

Sin embargo; a partir de su segundo año, su crecimiento es mucho más lento, con un aumento de unos 2 kilos por año hasta que llega a la pubertad.

 

Según los cálculos de los expertos, los niños de año y medio, comen un poquito más que los de 9 meses, pero eso no es más que una media, ya que, muchos niños de año y medio comen, en realidad, menos que los de los nueve meses.

 

Los padres en un razonamiento lógico piensan: “¡Si con un año come tanto, con dos comerá el doble!  lo que no es así.

 

Muchos bebés comen alimentos muy aguados, papillas de frutas y de verduras. Cuando por fin les dan alimentos sólidos y sustanciosos, como macarrones, pollo, patatas fritas, pan, necesitarán por supuesto, mucha menos cantidad.

 

Los niños hacia los 5 a 7 años de edad, al aumentar su tamaño corporal, empiezan a comer algo más que antes. Pero no siempre este pequeño aumento es suficiente para colmar las aspiraciones de sus padres.

 

Por una parte, la cantidad de alimento que cada persona necesita, es muy variable, y algunos niños comen mucho más o mucho menos que sus compañeros de la misma edad y tamaño. Por otra parte, las expectativas de los padres pueden ser distintas, algunos se conformarían con que su hijo se acabe el plato de macarrones, mientras que otros, esperan que después de los macarrones, se coman también un bistec con patatas, un plátano y un yogurt.

 

Al final por uno u otro motivo, muchos niños siguen “sin comer” hasta el inicio de su adolescencia. Es en este momento, cuando ese crecimiento lento que traían en años anteriores, se convierte en el “ gran estirón” y  los hijos sienten un insaciable apetito para asombro y alegría de sus padres, arrasando con todo lo que encuentran en la  nevera.

 

Así que voy a tratar de daros varias recomendaciones y estrategias para que la hora de la comida, sea un momento agradable y relajado en familia:

 

-Es muy importante establecer una rutina diaria en cuanto a horarios y normas sencillas en la mesa. Los niños aprenden imitando lo que ven de sus padres, así que es de gran ayuda que coman en compañía de sus padres o de otros niños para que sientan curiosidad de probar lo que ven que otros comen.

 

El apetito de la mayoría de los niños, es suficiente para cubrir sus necesidades. La cantidad la debe decidir siempre el niño según su apetito y no el adulto. Por lo tanto, es mejor poner poca cantidad en su plato y dejarle que pida más si lo desea. Esto evitará peleas para que termine la comida o que haya que tirar alimentos.

 

-Se deben respetar dentro de lo razonable los gustos y desagrados del niño por ciertos alimentos, no hace falta que coma “de todo” desde los 2 años, sino que tome algún alimento de cada grupo de alimentos (alguna fruta, alguna verdura, etc.) y poco a poco, ir añadiéndole nuevos alimentos y animar al niño a probarlos.

Suele ocurrir, que al ver a otros niños o a sus padres comerlos, quieran también probarlos, por ello, es bueno ponerlos en la mesa para que él mismo los coja.

 

Suele ocurrir que a los 2 años están interesados en comer por ellos mismos. Permitidles que lo hagan, aunque se manchen y sientan que comen más lento y en menor cantidad, poco a poco irán teniendo más destreza y aprendiendo las normas en la mesa.

 

-El menú que eligen los padres se puede adaptar de forma razonable a los gustos del niño, pero es importante NO cambiarlo ante el rechazo del niño a la comida, porque aprendería que, tras su queja o rechazo, él decide lo que quiere comer.

 

Generalmente los niños quieren sustituir comidas por lácteos. Cuidado con ello, pues con medio litro de leche o derivados lácteos al día es suficiente, y si toma mucha cantidad, dejará de probar otros alimentos.

 

-El niño puede decir “esto no me gusta” o “esto no lo quiero” y estará afirmando su personalidad. Pero los padres tenéis que responder de manera tranquila, que es la comida que hay, que, si no quiere comerla, la puede dejar y que no habrá otra cosa para comer hasta la siguiente comida.

 

-Que coma cuando está distraído, sea viendo televisión o móviles, conlleva que el niño no desarrolle control sobre lo que come y termine ingiriendo más de o que necesita. Además, no contribuye a crear buenos hábitos alimentarios, sino únicamente a que se coma todo lo que le ponemos.

 

-No debéis utilizar ninguna treta (amenazas, castigos o sobornos) para que el niño coma. No hay que decirles que es malo, ni castigarle, pues simplemente no ha comido y ya lo hará en otra ocasión.

 

-Hay niños que comen con mucha lentitud, No debéis meterle prisas para comer. Adáptarles ciertas comidas para poder masticarlas con facilidad (carne picada, pollo o ternera en forma de deditos o hamburguesitas, macarrones cortaditos con tijeras, patatas a trocitos, etc.) El adulto establece qué tiempo se le va a dar al niño para comer. Cuando finalice, se ha de retirar el plato de manera tranquila y decirle que puede ir a jugar.

 

No dejar que deambule por la casa mientras come y menos persiguiéndoles con la cuchara. La mesa o la trona, es su lugar de comer.

 

 

En conclusión, como siempre os digo en mi consulta:

“¡Papás!, procurad siempre ponerles calidad y variedad en sus comidas, la cantidad la ponen ellos”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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