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Buenos hábitosDesarrollo y Crecimiento

LAS PATALETAS: ¿CÓMO DEBEMOS HABLARLES? Parte 2.

 

Como bien os conté en la primera parte del por qué  las pataletas, el hecho de entenderlas, no solo nos ayuda a sobrellevarlas, sino también a saber cómo manejarlas.

Es importante saber cómo hacerlo, pues en cada una de ellas nos ofrecen una oportunidad de aprendizaje, no solo de enseñarles a gestionar su frustración y adecuar su actitud, sino también  de aprender buenos hábitos, valores y  normas de convivencia.

Así que es importante saber cómo hablarles  en ese momento  y sobre todo,  en aquellos niños que ya tienen  lenguaje, se puede razonar y explicar lo que ocurre.

 

Para ese momento tomad en cuenta 3 pasos: la comprensión, la educación y la elección.

Comprensión: es lo primero que tenemos que manifestar cuando hablemos con él. Aunque en ese momento el niño este preso de su enfado y no quiera escuchar, dígale palabras de comprensión, intente explicarle que entiende su sentimiento, el motivo de su negación o frustración.

 

Como por ejemplo:

“Entiendo que no te guste…”.

“Ya sé que estás enfadado porque quieres seguir jugando, a mí me pasaría igual…”

“Entiendo que no te guste  recoger, ya se que es trabajo, a mí tampoco me gusta mucho…”.

 

Educación: es cuando  aprovecharás  el momento para educarle  (el  buen hábito,  los valores, las  normas de convivencia), que es la parte que nos compete como padres. Es cuando explicamos lo que debería hacer o esperamos de él.

Todo ello con frases cortas, pues si lo sometemos a un discurso largo y tedioso, os aseguro que no se enterará de nada y terminará tapándose los oídos.

 

Por ejemplo:

“Entiendo que no quieras ir a ducharte con lo bien que te lo estás pasando jugando…” (Comprensión).

“Pero si no nos duchamos antes de cenar, mañana llegarás sucio al cole…” (Educación de buenos hábitos).

 

 

Elección: es en esta parte de la conversación cuando le damos a elegir al niño las opciones para resolver el problema.

Por un lado,  estaremos animándolos a hacer lo que tiene que hacer y de paso, enseñándoles desde pequeños a elegir por ellos mismos.

Con el tiempo, haciendo este ejercicio y además siendo más mayores, podéis pedirles que aporten su propia opción de cómo lo resolverían. Os aseguro que os sorprenderán las opciones que os pueden dar.

Y me diréis, ¿Tendré que  aceptar siempre la opción que él me da? Pues si no atenta contra la integridad física de nadie, y logramos que él haga lo que necesitamos que haga,  se puede aceptar.

Al final, con este ejercicio, lograremos que aprendan a tomar sus propias decisiones cuando sean adultos.

También he de reconocer que esta tercera parte de la conversación, es en la que tendréis que tener mas creatividad a la hora de plantear opciones, algunas les será fáciles de negociar  y otras no tanto y  tendréis  que tirar de la imaginación.

 

Ejemplo:

“Entiendo que no quieras recoger tus juguetes de la habitación, pues hay muchos y da trabajo” (comprensión).

“Pero tenemos que recogerlos, sino, mañana  no puedo limpiar el suelo” (educación).

“¿Cómo lo resolvemos?, ¿Te parece si te digo donde va cada cosa y tu la vas guardando?” O “¿Yo recojo un trozo de la habitación y tú el otro trocito de la habitación  y así terminamos mas rápido?” (Elección).

 

 

Qué pasa cuando el niño aún no habla (ni entiende)…

 

En caso de que tu hijo aún no domine el lenguaje para expresarse aunque entienda todo lo que le decís, podréis aplicar los tres pasos de la conversación que expliqué antes.

Pero en el caso de los más pequeñitos, los que apenas llegan a los dos añitos, es muy difícil aplicar esta técnica de los 3 pasos de la conversación, y es por eso que como ellos ni hablan, ni entienden, a la mínima se ofusquen, porque le hayamos cambiado una cosa de lugar o porque le hayamos prohibido algo que él quería hacer y estallan en una pataleta.

El problema es la falta de comunicación, los padres no saben lo que pasa por la cabeza del niño, ya que, no se hace entender, ni el niño, entiende las razones de sus padres.

Así que en estos casos, lo que podéis hacer es permanecer a su lado y decirles frases cortas de comprensión si sospechamos el por qué de su rabieta. En caso de no tener idea de su pataleta, decirles “Lo que pasa es que no te entiendo y tú no me entiendes a mí, pero no pasa nada yo me quedaré contigo hasta que estés mejor, te tranquilices y vemos cómo lo resolvemos”, eso hará que en el futuro se enfade menos y se vaya reconfortando por la presencia y contacto de sus padres.

También es cierto que muchos niños cuando están ofuscados, no admiten el contacto físico y patalean o empujan. Si es así, manteneros a una distancia prudencial, diciéndoles que no os vais a ir hasta que se tranquilicen y os vais acercando en la medida que él se vaya tranquilizando y os deje.

 

Así que ánimo papás, al principio estaréis haciendo las conversaciones como un gran ejercicio mental, pero después de un poco de entrenamiento,   lo harán inconscientemente.

 

 

 

 

 

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