Las vacunas son productos biológicos que sirven para prevenirnos de múltiples enfermedades infecciosas y lo hacen activando nuestro sistema inmunológico para desarrollar las defensas especificas contra ellas.
Es por eso que la mayoría de vacunas contienen parte del microorganismo causante de la enfermedad, pero de forma muerta o muy debilitada para que de esta manera solo pueda activar nuestro sistema inmunológico y NO llegar a desarrollar la enfermedad.
De aquí la importancia de su adecuada manipulación, tanto en su transporte como en su conservación, para así mantener su eficacia.
Mantener la cadena de frío de la vacuna, lo ideal sería comprar la vacuna a camino del centro de vacunaciones, justo antes de su cita para aplicarla, reservando previamente la vacuna en la farmacia y llevando para su transporte una nevera isotérmica con un acumulador de frío ( hielo o placas plásticas de congelación). Evitando siempre el contacto directo con la vacuna para que no se congele.
Si se transporta a casa hay que guardarla inmediatamente en la nevera.
Su conservación en frigoríficos doméstico, deben estar siempre a una temperatura entre +2ºC y +8ºC, para su control recomiendo poner un termómetro en la nevera , no ponerla en la puerta y evitar abrir la puerta con frecuencia.
Proteger la vacuna de la luz, por eso se recomienda conservarla dentro de su propia caja hasta el momento de aplicarla.
Comprobar su fecha de caducidad antes de su administración.
Las vacunas donde mejor están es en las farmacias, que cuentan con los medios apropiados de neveras especiales y control estricto de su temperatura, es por esto que es mejor comprar las vacuna en las farmacias de una en una para no conservarlas en casa y adquirirlas el día de su aplicación